¿ tiene su loro todo lo que necesita ? (parte 2 de 3)

Higiene de las patas. El palo o percha debe ser suficientemente grueso según el tamaño de su pie. No coloque palos demasiado finos. Hay unas perchas hechas con material rugoso, para prevenir la aparición de callosidades en los pies. No se le ocurra utilizar cadenas para atarle de las patas: son frecuentes las fracturas. Para manejarlo, existen unos arneses, similares a los de perros y gatos, que se les pueden colocar (y al final se acostumbran a llevarlos) durante varios minutos.

Higiene del pico. Debe disponer permanentemente de una piedra de cal gruesa, en la jaula. La utilizará para picarla y así mantendrá su pico en buenas condiciones, evitando el sobrecrecimiento. El pico tiene unas terminaciones nerviosas cercanas a su punta que hay que respetar, por lo que no debe recortárselo si no tiene experiencia (le podría provocar mucho dolor). El pico, junto con la lengua, equivalen a su mano: cuando se acerca su propietario lo primero que hace es reconocerlo con su pico y lengua para saludarlo.

Salud mental. Deberá disponer de juguetes móviles, sobre todo de cuerda, espejos, campanas, etc.. para evitar el aburrimiento. Necesitan “picar y destrozar” algo continuamente: colóquele maderas, cuerdas, etc… Deberá cambiar de posición estos juguetes una vez al mes, para evitar conductas estereotipadas, esto es, movimientos fijos y repetitivos dentro de la jaula. Normalmente son mascotas de un sólo propietario, dejándose acariciar o tocar sólo por éste.  En caso de que no se le preste la atención suficiente por su propietario puede entrar en una fase de aburrimiento y depresión que puede acelerar la aparición de enfermedades, entre ellas el picaje o automutilamiento.
A veces se instaura un lazo de unión tan fuerte entre el loro y el propietario que se puede producir una dependencia absoluta de la presencia de éste último para que el animal realice tareas tan simples como beber o comer. Pueden llegar a estar sin comer varios días e incluso a arrancarse muchas plumas a picotazos  o a vocalizar o gritar repetidamente en caso de que su propietario se ausente.
En estos casos de unión tan estrecha, nuestra mascota puede tener comportamiento con movimientos de cabeza y con una marcha  algo rara si no se está familiriarizado con él. Se trata de comportamientos sexuales, incluso puede regurgitar a su propietario la comida que acaba de ingerir, e incluso puede llegar a eyacularle.
En caso de que se pierda la confianza con el propietario, la mayoría de veces el loro necesitará  un compañero, de la misma o de diferente especie, para poder evitar comportamientos anómalos: es muy recomendable cuando su propietario no puede prestarle el suficiente tiempo.

¿Hablan? En general, todas las psitácidas tienen la capacidad de imitar sonidos humanos y no humanos.  Todo depende del lugar donde esté colocada la jaula. Así, no es raro que nuestro loro se enseñe a ladrar o a maullar si está todo el día oyendo ladridos de perro o maullidos de gato. Hay que tener una paciencia exquisita en los ejemplares adquiridos como adultos para que puedan llegar a hablar. No es imposible.
Sin embargo, en los ejemplares adquiridos de pichones, “papilleros” o criados a mano, tenemos campo abierto para enseñarles a decir lo que queramos.

Desparasitaciones internas.  Es necesario que una vez adquirido, al principio, le haga una análisis de heces y  lo desparasite con un producto vermicida, repitiéndolo en caso de que haya otras aves cerca, ya sean de la misma casa o pájaros del exterior (por ejemplo gorriones), ya que son susceptibles a contagiarse de cualquier tipo de ave cercana. En caso de que no esté expuesto, no es necesario desparasitarle periódicamente.

Desparasitaciones externas. Si no tiene contacto con otras aves no hace falta que le eche ningún spray antiparasitario. Pero en caso de que los pájaros del exterior o cualquier otro tipo de ave tenga acceso a su jaula, deberá hacerlo periódicamente.

Vacunaciones.  No son necesarias a no ser que haya alguna epidemia en la zona o tenga otras aves cercanas.

Autor: Juan Griñan

Juan Manuel Griñán es veterinario del Centro Veterinario JG desde 1988 y está especialmente formado en neurología, resonancia magnética, endoscopia, anestesia y cirugía, traumatología, y en medicina y cirugía de exóticos, en especial aves. contactar con Juan

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