¿ tiene su loro todo lo que necesita ? (parte 3 de 3)

Enfermedades transmisibles a los humanos. Además de alergias a “la caspa” o plumas que sueltan, nuestro loro nos puede transmitir numerosas enfermedades, sobre todo si está recién adquirido y es de origen dudoso o tiene contacto con otras aves. Una de las más peligrosas es la psitacosis, también llamada ornitosis o clamidiosis. Se le deberá hacer un análisis de sangre recién adquirido para descartar que tenga o esté incubando esta enfermedad. Hay que mantener unas medidas de higiene básicas tales como lavarse las manos después de manejar la jaula o al loro, así como evitar poner en contacto la boca con su pico, práctica muy habitual en los propietarios de loros.

Deposiciones. Las heces y la orina se mezclan en la cloaca y son expulsados a la vez. Las heces son reconocibles por su forma cilíndrica, y la orina tiene dos partes, una líquida, casi transparente, y otra menos líquida de color blanco, correspondiendo ésta última a los uratos.
El color de las heces puede variar en el mismo animal, ya que dependerá de la cantidad y tipo de fruta que ingiera, ya que por ejemplo, si ha comido ciruelas, serán de color rojizo.
Las deposiciones se deben retirar de la jaula diariamente, ya que sobre ellas crecerán microorganismos peligrosos para la salud de las personas que conviven con el animal y para él mismo. Es fundamental utilizar lechos absorbentes (las arenas para gato son tóxicas), siendo los más recomendables los fabricados con vegetales.

Sexaje: ¿es macho o hembra? A simple vista en la mayoría de loros es imposible saber su sexo. El sexaje se puede realizar por el análisis de su ADN o a través de una endoscopia, que realizamos en pocos minutos, utilizando un tubo metálico de tan sólo 2,7 mm de diámetro, podremos determinar si nuestro loro es macho (los dos testículos están dentro de la cavidad abdominal y no se pueden ver si no es con una endoscopia) o es hembra (el único ovario que tienen, el izquierdo, también será visible sólo con la endoscopia). Con la endoscopia podremos determinar el estado en el que se encuentran los órganos sexuales, determinando si la madurez sexual (que en general se adquiere a los 3-4 años de edad) está ya presente o por el contrario todavía es un ejemplar joven.

¿Cuanto vive?. Lo normal para los loros grandes es que vivan muchas decenas de años, que dependerán de su alimentación y cuidados, pudiendo llegar a 40-50 o incluso más años. Las psitácidas pequeñas, tales como periquitos, agapornis, etc.. pueden llegar a vivir 20 años.

Chequeos periódicos.  Una vez al año, como mínimo deberá realizarle un chequeo en el veterinario, que incluirá:
-pesaje en una báscula que mida gramos, para llevar un control y evitar el sobrepeso.
-limado de pico y recorte de uñas, en caso necesario.
-chequeo de patas, limando callosidades en caso de que estén presentes.
-chequeo de piel y plumas, aberturas naturales y mucosas (narinas, coanas, ojos, ano)
-análisis de sangre que incluya ácido úrico, enzimas hepáticas, glucosa, contaje de glóbulos rojos y blancos, con fórmula leucocitaria.
-análisis de heces (coproanálisis) que incluirá pruebas de digestión de glúcidos y grasas y demostración de parásitos intestinales.
-se le podrá realizar una radiografía para poder explorar sus sacos aéreos, su abdomen, etc.. o una endoscopia para ver los órganos diana de determinadas enfermedades.
-en determinados casos, sobre todo cuando haya secreciones o regurgitaciones, también será conveniente tomarle muestras de la faringe, de las coanas, o de los oidos, con el fin de poder determinar la flora bacteriana y fúngica predominante en estos órganos.
Para realizarle este chequeo se debe utilizar un anestésico gaseoso llamado isofluorano, muy seguro, debido a que la inmensa mayoría de psitácidas no se dejan explorar y se pueden lastimar mientras las manejamos.
Es una anestesia sin riesgos y el paciente puede abandonar el hospital en pocos minutos completamente despierto.  Además de este chequeo es imporante realizar un interrogatorio al propietario sobre el hábitat, alimentación y condiciones del animal en su domicilio, ya que como comenté, son frecuentes los errores en sus cuidados.

Visita al veterinario. Deberá traerlo al hospital dentro de su jaula y tapado con una toalla para evitar su estréss.
Si la jaula es demasiado grande deberá traerlo dentro de una caja de cartón, con ventilación.  Deberá traer una muestar de heces recientes. Es recomendable que no permanezca su propietario en la consulta mientras se le explora, ya que puede asociarle con ese “drama del hospital” y perder su confianza en él. Deberá permanecer en la consulta sólo el acompañante del propietario.  Sin embargo, su propietario si deberá acudir al hospital porque él será el único que podrá comentarle al veterinario con todo tipo de detalles, su estatus psicológico, su comportamiento, etc..

¿Como saber si está enfermo? La mayoría de enfermedades de las aves necesitan atención urgente por el médico. Las aves son verdaderas maestras escondiendo sus síntomas de enfermedad (para no mostrar signos de debilidad a sus posibles depredadores), por lo que muchas veces acuden a nuestro hospital en estado crítico, o sea, cuando ya no pueden esconder más sus síntomas de enfermedad.  Es típico que nos comunique el cliente que su loro está enfermo desde ayer y a la exploración nos demos cuenta de que tiene signos de enfermedad desde hace varias semanas.
Por los cambios de su comportamiento, cuando no juega o no se columpia, por la avidez con que se alimenta con su comida preferida, por sus cambios en las vocalizaciones, con afonía o mutismo permanenete, por los cambios o ausencia de gestos sobre su propietario, por cambios en la consistencia de las heces, por aparición de secreciones oculares o respiratorias, es por lo que nos tenemos que dar cuenta de que al loro “le pasa algo”.  Simplemente con una llamada telefónica muchas veces se puede solucionar el problema, pero a veces es necesario acudir al hospital, debiendo permanecer en él ingresado a veces ya que necesita estar oxigenado, con fluidoterapia y con medicaciones inyectables, cuidados que su propietario no va a ser capaz de hacerle en su domicilio.

Autor: Juan Griñan

Juan Manuel Griñán es veterinario del Centro Veterinario JG desde 1988 y está especialmente formado en neurología, resonancia magnética, endoscopia, anestesia y cirugía, traumatología, y en medicina y cirugía de exóticos, en especial aves. contactar con Juan

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