… pensamos cuando logramos sacar el artilugio con el que nos vino «pescado» un perrito que paseaba por la playa el verano pasado.
Una de las urgencias más frecuentes durante el verano es la aparición de perros en consulta que han tragado un anzuelo y de cuya existencia sospechamos porque nos vienen con el hilo de pescar saliendo de la boca. Lo principal en estos casos es no tirar del hilo, sobre todo si no vemos el anzuelo, pues puede haber quedado enganchado en esófago u otra estructura delicada y desgarrarla con nuestros intentos por liberarlo de su padecer. Acudir al veterinario que confirmará con radiografía, tranquilizará o sedará al paciente y extraerá el anzuelo mediante videoendoscopia es lo más aconsejado.
Si se actúa de esta manera es éxito está garantizado en casi un 100% de los casos.
Pero…¿qué ocurre cuando en la radiografía no se aprecia ninguna estructura compatible con una material metálico como es un anzuelo?. Podemos sospechar que no hemos puesto los valores de la máquina de rayos bien y repetimos la placa. Si en una segunda exposición tampoco vemos el metal del anzuelo ya dudamos de que esté… entonces… ¿es que no hay anzuelo si nosotros vemos que el sedal está enganchado a algo dentro del perro?.
Bien, no es lo más frecuente pero en nuestro caso encontramos al realizarle la videoendoscopia una vértebra de conejo enganchada al sedal y que se encontraba trabaja en el esófago a la altura del corazón. Una intervención complicada que en este caso se resolvió satisfactoriamente. La pregunta que nos hacemos es… ¿qué querían pescar con una vértebra de conejo?.