Los gatos también tienen su propio coronavirus, virus de gran mortalidad en la población felina, causante del llamado PIF
( Peritonitis Infecciosa Felina) y del que no afecta al ser humano.
Hemos de tener en cuenta que existen muchos tipos de coronavirus en las distintas especies animales y no todos son patógenos ya que a cada especie e individuo les afecta de distinta manera.
Desde un simple síntoma gastrointestinal hasta la muerte, normalmente por derrame o por otras patologías secundarias por inmunosupresión es un virus muy a tener en cuenta en la población felina, al estar muy frecuente su existencia tanto en la comunidades callejeras, albergues como en particulares.
La transmisión entre gatos se produce vía oral al ingerir alimentos contaminados por las heces de los enfermos o por lamerse entre ellos.
Su diagnóstico no tiene una prueba específica y sensible al 100% por lo que cada gato hay que estudiarlo individualmente a través de un análisis de sangre, del estudio de fluidos internos, ecografías, radiografías… y aunque no existe un tratamiento definitivo, aquellos que desarrollan el PIF se les puede procurar mejorar su calidad y esperanza de vida y evitando el contagio al resto.
Aunque disponemos en la clínica diaria la posibilidad de una vacuna contra el coronavirus del PIF, a gatitos mayores de los 4 meses de edad, su capacidad de protección es limitada según algunos estudios.
Las medidas de prevención y protección se encaminan sobre todo a evitar situaciones de estrés ( cambios de residencia, evitar contacto con otros grupos o colonias felinas…) así como vacunar contra otras enfermedades debilitantes, desparasitar con cierta frecuencia y revisarlos una o dos veces al año o ante cualquier síntoma sospechoso.