A la hora de desparasitar a nuestra mascota tenemos en mente hacerlo de forma interna y externa. Este proceso lo realizamos de forma rutinaria y entendemos que son dos procesos independientes, es decir, que para los parásitos internos se da normalmente una pastilla y que para los parásitos externos se aplica una pipeta o se pone un collar. No pensamos que ambos procesos puedan estar relacionados y que el hecho de padecer parásitos externos tenga que ver con la aparición de parásitos internos y sin embargo es de lo más normal.
Los flebotomos trasmiten la Leishmanisosis, un parásito que afecta a perros y a gatos inmunodeprimidos.
Los mosquitos trasmiten enfermedades como la Dirofilariosis, un gusano que se desplaza por los vasos sanguíneos del animal afectado, perros y hurones y en menor medida gatos.
Las garrapatas trasmiten multitud de parásitos hemáticos que ocasionan anemias y otras complicaciones en las distintas especies.
Las pulgas trasmiten virus como el de la mixomatosis en conejos y tenias como el Dipylidium caninum en perros y gatos.
Es en este último caso en el que vamos a prestar atención en este artículo. El Dipylidium es una tenia que en su forma de huevo puede ser ingerida por una larva de pulga permaneciendo en ella cuando cambia a adulta y que pasan a un perro o un gato cuando éstos de forma desaforada se muerden las picaduras de las pulgas, tragándose alguna de forma accidental. En el cuerpo de nuestra mascota completará su ciclo desarrollándose la forma adulta de la tenia y será así como se completa el ciclo. Lo normal es ver aparecer por la zona anal o en las heces unos elementos similares a granos de arroz pero que presentan un movimiento sinuosos, estos son los denominados proglótides y son fracciones de una tenia que se van desprendiendo para favorecer la infección de otros animales ya que van cargados de huevos.
Lo mejor es combinar los antiparasitarios internos y externos para romper el ciclo de infectaciones por pulgas y por el Dipylidium caninum.