Es relativamente frecuente que al realizar un raspado de la piel en una mascota encontremos algún ácaro. El hecho de encontrar un ácaro adulto no siempre es indicativo de que se está produciendo sarna. Se denomina sarna cuando los ácaros desarrollan enteramente el ciclo de vida completo y además de forma masiva. La sarna es una enfermedad de la piel causada por ácaros y que en los conejos viene representada por Cheyletiella parasitovorax, Sarcoptes y Psoroptes cuniculi.
La primera ocasiona en muchos casos cuadros subclínicos pues no es prácticamente pruriginosa y afecta principalmente al manto en la zona del dorso apareciendo mucha caspa y pelo frágil. Es una zoonosis, esto quiere decir que puede transmitirse a personas. De forma común se la suele denominar caspa andante pues da la sensación que se produce movimiento de la caspa que produce este ácaro.
La sarna en las orejas es causada por el ácaro Psoroptes cuniculi, y dentro de los signos están considerados la aparición de costras en el pabellón auricular, inflamación del canal auditivo externo, caída de las orejas pasando a parecer conejos del tipo Belier y movimientos constantes de la cabeza debido al prúrito que ocasionan.
La sarna de las patas es causada por ácaros del género Sarcoptes, y comienzan afectando las patas y al acicalarse pasan por frotamiento a afectar la cara y la nariz.
Los ácaros suelen alimentarse de detritus y elementos celulares y linfa y al mismo tiempo sus deshechos sirven como alojamiento a huevos y crías. Su actividad a nivel cutáneo estimula la liberación de sustancias participantes en los procesos de alergias que son las lesiones primarias que ocasionan. Las costras se forman secundariamente y su espesor y extensión darán pistas sobre la gravedad de la infestación.
Un raspado de una de estas lesiones nos confirmará el agente causal y el tratamiento a seguir.