No solo la alimentación de un hámster es importante, también lo es su nutrición. Aunque nos parezca que tienen un significado igual realmente no es lo mismo nutrir que alimentar.
1.- Como nutrición entendemos los fenómenos involuntarios de digestión del alimento, absorción de nutrientes y su asimilación en las distintas células del organismo. Estudia además la relación entre nutrientes y salud/enfermedad de un individuo. Los nutricionistas puede suministrar consejos dietéticos.
2.- La alimentación comprende un conjunto de actos voluntarios dirigidos a la elección, preparación e ingestión de los alimentos. Estos fenómenos están relacionados con el medio ambiente donde desarrolla su vida el individuo.
Una vez explicado esta diferencia podemos pensar que un hámster puede estar bien alimentado pero no bien nutrido si los nutrientes que componen esos alimentos no son los requeridos por esta especie. Es por eso que los hámsteres pueden padecer fácilmente de síntomas carenciales si la alimentación no está equilibrada.
Si la dieta se constituye de carbohidratos exclusivamente pueden aparecer enfermedades oculares, un pelaje deficiente y caída de pelo, así como trastornos en el crecimiento de los jóvenes, además de neumonías y esterilidad.
Los hámsteres que sufren de carencia proteínica pueden volverse mordedores. En tal caso las hembras suelen comerse a sus crías, es por eso que se recomienda un suplemento de proteínas de origen animal a las hembras preñadas y en cría. Podrían ser suficientes algunos grillos y tenebrios o un poco de pechuga de pollo cocida repartidos a lo largo de la semana.
Cuando hay carencia de vitaminas A y E, también aparece caída del pelo y, con ello, zonas calvas en el pelaje. La piel se vuelve áspera y con el aspecto de una «corteza». En este caso los ácaros, que parasitan muy frecuentemente a los hámsteres, se multiplican con fuerza, de manera que debido a una deficiencia de vitaminas pueden aparecer enfermedades cutáneas graves.
La carencia de vitamina A conduce con mayor facilidad a enfermedades infecciosas, sobre todo diarrea. Si hay un déficit de vitamina E, pueden aparecer esterilidad, crecimiento deficiente de los jóvenes y trastornos circulatorios.
La deficiencia de vitaminas del complejo B puede producir pérdida de peso, pero también la pérdida de pelo, una fertilidad reducida y trastornos del sistema digestivo.
Un déficit de calcio puede producir la descalcificación de los huesos, pérdida de pelo, diarrea e incluso parálisis. Si hay falta de fósforo, se acompaña también de la de calcio; entonces aparece raquitismo y osteomalacia. Estos síntomas surgen también cuando no está equilibrada la proporción calcio-fósforo que ha de ser 2:1.
La deficiencia de sodio puede conducir a trastornos digestivos, alteraciones del sistema hormonal, malos resultados en la cría y enfermedades oculares. Cuando hay déficit de potasio hay sobre todo pérdida de peso, lesiones del miocardio y exceso de líquidos corporales, apareciendo la ascitis.
Si el pienso contiene demasiado poco magnesio, ello puede tener como consecuencia nerviosismo, excitabilidad e incluso convulsiones. Así mismo podrían aparecer esclerosis renal, diarrea y pérdida de pelo.
Cuando hay falta de hierro aparece anemia, así como trastornos gastrointestinales y enfermedades musculares. Igualmente pueden aparecer infecciones y esterilidad.
Si el yodo está en cantidades demasiado bajas, tanto en el pienso como en el agua, pueden surgir enfermedades del tiroides y otros trastornos metabólicos, como un crecimiento deficiente.
Una dieta exclusiva de semillas de girasol provocaría un déficit de calcio, proteínas, vitamina A, D, B12 y riboflavina. Lo que provocará alopecia, obesidad y déficit funcional de vitamina E, además de todo lo expuesto arriba.
En ocasiones y bajo la supervisión de un veterinario, para evitar sobredosificar, podemos administrar algún tipo de revitalizante o reconstituyente.