Aprendiendo a distinguir la deshidratación.

La deshidratación es la consecuencia de la pérdida de líquidos en el organismo.

Hay muchas situaciones en las que nuestra mascota puede sufrir deshidratación y podemos aprender a valorar el grado de deshidratación que presenta fijándonos en una serie de puntos.
No es fácil que podamos determinar todos los puntos de la siguiente lista pero sí nos ayudarán.

1.-Pérdida de elasticidad de la piel. Presenta aspecto acartonado y cuando cogemos un pliegue entre los dedo tarda tiempo en volver a adoptar su posición inicial.
2.-Ojos hundidos o enoftalmos. La deshidratación grave hará que los ojos parezcan hundidos dentro de las órbitas oculares.
3.-Las mucosas (ojos, encías, anillo anal…etc) aparecen contraídas, si presionamos sobre ellas adquieren un color blanquecino que tarda más tiempo en volver al rosado normal.
4.-Pérdida de peso. Debido a la pérdida de líquidos a través de vómitos, diarreas y jadeos pueden aparecer altas variaciones de peso.
5.-Orina escasamente y ésta es muy densa y amarilla. Si bien en otras situaciones la deshidratación es consecuencia de una orina abundante y en este caso suele ser muy incolora y fluida.
6.-Aparece depresión y letargia en la mascota que está muy deshidratada, no puede moverse ni desarrollar su actividad normal.

Según el grado de deshidratación y la enfermedad sufrida, habrá que suministrarle incluso fluidos directamente por vena pues no en todos los casos la rehidratación oral es lo suficientemente rápida o está indicada. Pongamos por ejemplo una gastritis o una pancreatitis fuerte, el ayuno debería ser incluso de agua durante un tiempo en el paciente deberá tener un suministro de líquidos que ante la imposibilidad de ser administrados vía oral lo serán vía parenteral a través de un gotero conectado directamente en una vena o de forma subcutánea. En casos más leves y en aquellos en los que la patología lo permita, como cuando no hay vómitos, la rehidratación podrá ser oral.

Existen otras formas de rehidratación usadas en animales con alto grado de deshidratación y cuya rehidratación por las vías convencionales, venas, oral o subcutánea no son factibles. Hablamos de la rehidratación intracelómica y la ósea. En la primera se administra suero atemperado directamente en el abdomen del paciente con cuidado de no dañar ninguna estructura como intestinos o riñones. En la segunda se canaliza un hueso largo, sobre todo en especies pequeñas como reptiles, roedores o aves y en cachorros, y se aplica así fluidoterapia activa con goteros pediátricos lentos.

Autor: Domingo García

Domingo García es veterinario del hospital JG ( www.vetjg.com) de Mutxamel-Alicante-España